sábado, 12 de octubre de 2013

Estampas del Servicio con historia: la red de telégrafos ópticos.

Mi padre, que en paz descanse, era un convencido islamófilo. En realidad mi padre no tenía, creo, ni puñetera idea del concepto del Islam; él lo que era era "morofilo".

De niño, y esas cosas marcan, cada vez que un monumento arquitectónico antiguo llamaba mi atención, preguntaba a mi padre qué era eso. Indefectiblemente la respuesta siempre era la misma: "Això ho feren els moros" (Eso lo hicieron los moros). Las Torres de Serranos, las de Quart, los puentes sobre el Turia, el castillo de Sagunt y todos los castillos, obra de la furia arquitectónica mora. Lo del ladrillazo, por lo visto, ya venía de los moros...
Ahora que el casco del Mazinger, o como se llame esto:

Está así como viejo, capaz veo a mi padre, si viviese, de achacarle creación moruna. 

A lo largo de la N-III que une Valencia con Madrid hay una serie de torres de piedra dispuestas en cimas.:

































Y aunque cuesta quitarse los vicios adquiridos en la niñez (no, no son obra de los moros), lo cierto es que tampoco investigué nunca qué eran esas construcciones, todas muy iguales, formando una línea entre Madrid y Valencia.  Recibían, para el trabajo, el nombre genérico de "El Telégrafo" seguido del pueblo donde se ubicaba. El de la foto es El Telégrafo de Fuenterrobles.

Un compañero nos manda información acerca de estas torres y su uso. Vamos a contar qué eran y qué papel hacían estas torres telégrafo.

Lo primero: no eran telégrafos de cable; eran telégrafos ópticos. Esto es: se comunicaban mediante señales. Como podemos ver en este telégrafo reconstruido en Ávila, en lo alto de la torre, tal que así, una estructura que variaba de forma a voluntad del torrero construía los mensajes cifrados:


































Así pues, no eran destellos luminosos lo que transmitían, sino la imagen variable de la estructura del techo.

Según información histórica, quizá algo exagerada, se dice que desde Madrid a Valencia un mensaje podía tardar tan sólo 30 minutos en llegar.

Aunque fuese algo más de 30 minutos, imaginemos con tan sencillo método el ahorro en tiempo que suponía transmitir mensajes de esta forma y prescindir de tener a varios tíos reventando caballos de Madrid a Valencia transmitiendo el puñetero mensaje.

De hecho, los días de nula visibilidad, el auxiliar de la torre -lo que hoy llamaríamos "el becario"- era al que le tocaba reventar al caballo hasta la siguiente torre para transmitir el mensaje oralmente.

Hay que tener en cuenta que la distancia entre torres fácilmente supera los 15 kilómetros, por lo que habría que contar con personal con buena vista.


























La última torre antes de llegar a Valencia capital estaba situada en el Vedat de Torrent. Y desde la misma Plaza del Ayuntamiento de la capital, desde la torre hoy derruida del Convento de San Francisco, debían ver la señal de El Vedat:





























Pero la linea no finalizaba en Valencia; desde la capital del Turia se rebotaban los mensajes hacia Barcelona por toda la línea costera:


























Por desgracia en la línea de Castellón sólo podemos apreciar la de Almenara, visible desde la carretera (y siempre creí que era cosa de moros), la de Alcalà de Xivert y la de Santa Magdalena de Polpis, estando desparecidas las restantes o, incluso, no teniendo documentación exacta de dónde se ubicaban.

En 1855, con la llegada del telégrafo a cable, estas torres perdieron su función. 
Hoy se restauran algunas, como esta de Villargordo del Cabriel:




































Y ahora llega la sorpresa: estas torres, en cierta forma, fueron precursoras de los observatorios contra incendios forestales. No en la Comunidad Valenciana; fue en Segovia, en los montes de extrema riqueza forestal de Valsaín.
Nos lo cuenta Julio de Toledo en su obra: "Miradas sobre la Granja":

1880 Red local del telégrafo Óptico contra incendios
Rafael Breñosa dio cuenta detallada de la red de telefonía óptica instalada en los
montes de Valsaín para la lucha contra los incendios forestales en su pequeño
opúsculo titulado Telégrafo Óptico. Con aplicación a los anuncios de incendios en
los Reales Pinares y Matas de Valsaín, Madrid, imprenta de Ramón Moreno y
Ricardo Rojas, 1879.
Tres estaciones situadas en Matabueyes, La Camorca y Peñacitores comunican con
la estación central de La Faisanera. No se utiliza la antiguo torre del Alto de Hoyo
Redondillo ni la estación de la Casa de la Mata de las líneas anteriores. Cada
estación cuenta con un aparato transmisor y otro receptor. El primero se compone
de un mástil, una verga y seis bolas de mimbre que pueden elevarse o bajarse a
voluntad por medio de cuerdas. Un anteojo ordinario montado sobre un trípode
sirve para facilitar la recepción. El código basado en la combinación de las seis
bolas permite formar los nombres de las principales zonas del pinar y las matas así
como comunicar las incidencias de los fuegos.
El texto íntegro del librito de Breñosa puede verse en línea mdc.cbuc.cat/cdm4,
procedente de la Biblioteca del Ateneo Barcelonés.


































Si se quiere información más detallada, en valenciano, sobre los telégrafos ópticos en la Comunidad:

Y la próxima vez que estés vigilando desde el Telégrafo, o pases por debajo de él, ya sabrás un poco más .



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Esto no es un blog sindical ni político, tienes mil canales para tus reivindicaciones; es un blog para dar a conocer nuestro trabajo técnico.
Tampoco es un blog para aguantar a maleducados ni insultos, ni para asuntos que no tengan que ver con la temática del blog.
Y con estas premisas, eres muy bienvenido.